Un hombre que había huido de una cárcel del estado brasileño de San Pablo recorrió unos 2 mil kilómetros, a pie y a dedo, para regresar a prisión porque estaba "pasando necesidades" y se había "cansado de la comida" de su madre.
El ahora ex fugitivo explicó que "no quería robar otra vez, porque iba a complicar más la situación".
El caso de Eriomar Nogueira, de 35 años, sorprendió a las autoridades de la prisión de Taubaté, no sólo por su decisión de regresar a un calabozo ocho meses después de escaparse, sino también por las razones que lo llevaron a ello.
"En 20 años de carrera nunca vi un caso como este. Cuando un detenido huye, no quiere saber nunca más de la cárcel, pero aparece este, llega caminando, se entrega y dice que estaba cansado de la comida de la madre", dijo el comisario Marcelo Duarte al diario O Globo.
En su fuga, consiguió llegar al pueblo de Esplanada, en el estado de Bahía, donde reside su madre.
Arrepentido y convencido de que estaba mejor en prisión, optó por regresar y hasta quiso entregarse en alguna comisaría por el camino, pero señaló que "nadie" quería arrestarle, pues no había orden de busca y captura contra él a nivel nacional.
Sin dinero, recorrió a dedo e incluso a pie buena parte de los casi 2 mil kilómetros que separan Esplanada de la cárcel de Taubaté.
Allí había estado preso dos años y aún deberá permanecer otros ocho, hasta completar la pena de diez que le fue impuesta debido a reiterados robos y hurtos.
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